Ana Catalina Castaño | Gerente Mercadeo y Desarrollo Organizacional SURA Seguros (LinkedIn)Cata como le gusta ser llamada, es una líder carismática, creativa y con una experiencia envidiable en innovación y emprendimiento. Actualmente lidera los equipos de innovación, proyectos, procesos y mercadeo de Seguros Sura. Ha desempeñado roles en el pasado de impacto en el ecosistema emprendedor como facilitadora de inversión, mentora y profesora. De seguro su blog te conectará y te pondrá a reflexionar sobre la constancia en tus compromisos.
Procrastinar selectivamente, o el efecto Dory.
Llevo haciendo un trabajo de conocimiento personal de mucho tiempo; un trabajo de esos donde la lista de mis luces y sombras me sobresalta cada que me miro para adentro y que recibo retroalimentación. En estos días que estoy revisando mis competencias, estilo de liderazgo y actualizando mi plan de desarrollo, (algo que muchas empresas motivan), me reencontré con una de las características que debo seguir trabajando: las conversaciones difíciles. ¡Sí! Soy capaz de decirlo en este blog. No solo porque reconocerlo ya es ganancia, sino porque como líderes que tenemos personas bajo nuestra responsabilidad, mostramos más nuestras fortalezas. Actuamos como si todo lo tuviéramos resuelto y por lo tanto, es más fácil dar retroalimentación a otros en lugar de recibirla nosotros y así reconocer nuestro camino de desarrollo. Por eso quiero compartirles mis reflexiones al respecto y como mis compañeros de trabajo me acompañan en este camino de mejora personal.
He identificado que cuando trabajo en conversaciones difíciles me parezco a Dory. ¡Sí, a Dory! El pez cirujano azul de la película Buscando a Nemo. Dory es apasionada y entusiasta. Además, es la mejor amiga de Marlin, un pez payaso que pierde a su hijo Nemo, y se embarca junto a él en una aventura para encontrarlo.
Dory, sufre de pérdida de memoria de corto plazo y se le olvida lo más reciente que dijo o vivió, y de inmediato cambia a otra actividad que le entusiasma mucho más. Ese es mi síntoma: soy selectiva para actuar sobre lo que me gusta y apasiona, así sean grandes retos, y me olvido de manera selectiva de lo que más me cuesta. Por ejemplo, ante una situación me veo a mí misma diciéndome: “hoy tendré esa conversación difícil pendiente… ¡oh, miren: un nuevo proyecto!”, y me desvío a hacer lo que se me facilita, y no priorizo trabajar en esa competencia que más se me dificulta. “¡Oh miren: una nueva investigación!”
Y así va pasando el tiempo, y aplazo algunos momentos perfectos para abordar esa retroalimentación especialmente incómoda y, sin retrasarla ni dejarla pasar más, me preparo con anticipación para lograr esas conversaciones que no solo llevan a cumplir el objetivo y conseguir el logro, sino que también me permiten trabajar en la cercanía con el otro. como diría mi mentor Alvaro Gonzales Alorda “para un líder inspirador, no hay herramienta más transformadora que una conversación cara a cara”.
Cierto día compartí mi teoría del efecto Dory con unos compañeros de mi equipo y uno de ellos me dijo: Todos sufrimos del efecto Dory en algo que queremos evadir u olvidar. Pueden ser temas tan sencillos como la distracción con las redes sociales, de trabajo o personales que posponemos (algunos lo llaman procrastinar y yo lo llamo olvido selectivo). En este caso hablamos de las promesas sobre la reducción de costos, algo así como: “Hicimos un gran recorte de gastos, debemos mantenerlo en el tiempo… ¡oh mira, una nueva inversión para hacer!”
Es por eso que ahora con esa identificación del efecto Dory, y unos años después de la declaración de trabajar la influencia desde esas conversaciones que he evitado, declaro mantener con disciplina mi plan: claro, escrito, con metas y un compromiso conmigo misma, compartido además con otras personas, para salirme de esta inercia. Hoy comprendo que no hay sombra sin la luz que la refleje y que cuando vuelva a escribirles, el efecto Dory no se vea desde el olvido en el corto plazo (aunque para Dory no es una elección) sino que ya esté identificando conscientemente en mis avances, y que me reconozca más como la Dory constante, optimista y alegre que no se detiene ante nada, que se manifiesta cuando canta: “nadaremos, nadaremos…” y que funciona para seguir mirando hacia adelante y evolucionando en el camino. ¿Y tú, has vivido el efecto Dory?
Los leo.